jueves, 25 de octubre de 2012

JAPÓN: KIOTO (II)


17 de septiembre 2012                 KIOTO (II)


Este día decidimos ver algo diferente y desconectar de tanto templo.  Por la mañana temprano caminamos hacia el castillo, Nijo-jo, con la intención de verlo únicamente por fuera y después marchar hacia el distrito de Arashiyama donde se encuentra un bosque de bambú.

Japón tiene muchos castillos, pero la gran mayoría son reconstrucciones de los originales, los cuales han sido destruidos por el fuego o las guerras. Los únicos castillos originales que quedan en la actualidad son los de Himeji, Hikone, Matsumoto e Inuyama. Nosotros queríamos ver uno de los originales por dentro, pero el de Himeji estaba en obras y los otros tres nos quedaban demasiado alejados de nuestra ruta. El resto de castillos nos propusimos verlos únicamente por fuera, ya que pensamos que es donde reside su encanto. 
Vistas del interior desde las murallas
del castillo de Kioto, Nijo-jo
Al llegar a los muros que rodean el castillo, nos sorprendió que la taquilla, a diferencia de otros castillos, estaba situada fuera, y no dentro. Dudamos mucho si pagar la entrada (600 ¥/persona) y verlo o dejarlo pasar.  Pero tras pensar que quizás sería el único que podríamos ver por dentro, entramos. Nijo-jo fue construido en 1603, y tiene en todo su interior un suelo llamado de “ruiseñor” para detectar la entrada de intrusos rápidamente. Este suelo tiene la característica de hacer un ruido similar al canto del ruiseñor cuando se camina por él, vayas rápido o con todo el cuidado del mundo.  A diferencia del resto de castillos que habíamos visto, su estructura no es alta, sino más bien baja. Además tras pasar la gran puerta de entrada, Karamon, se entra en el palacio Ninomaru. Este palacio posee salas con mamparas adornadas con espectaculares pinturas, bien protegidas del sol y de los turistas (no está permitido hacer fotos). Tras ver estos edificios, dimos un pequeño paseo por los jardines adyacentes y terminamos aquí nuestra visita.

Bosque de bambú.
Nos dirigimos a la estación de trenes más cercana al castillo, estación de JR de Nijo, donde cogimos un tren que nos llevaría al distrito de Arashiyama (160¥). Bajamos en la estación de Saga Arashimaya. En esta estación no hay información turística, únicamente unos panfletos con un mapa de la zona. Mientras intentamos orientarnos, conocimos a una chica de Barcelona, Natzaret, que viajaba sola y le encanta Japón. Como queríamos ir al mismo sitio, el bosque de bambú, decidimos ir juntos y continuar hablando sobre diferentes temas (qué sitios había visitado, cómo está la situación en Cataluña, etc). Sin darnos cuenta, nos introducimos en el bosque de bambú: miles de cañas de bambú juntas y altas; tantas y tan altas que llegan a tapar los rayos del sol. Lo único que estropeaba un poco el ambiente, cómo en la mayoría de sitios con encanto, es la cantidad de gente que éramos allí.  

Templo Adashino Nembutsu-ji.
Además del bosque de bambú, este distrito, también posee una gran cantidad de templos. Decidimos visitar solo el templo Adashino Nembutsu-ji (500 ¥) por ser un poco diferente a los demás. Es un templo atípico donde se dejan los restos de los fallecidos sin familia o pobres y una vez al año se encienden velas para recordar las almas. Lo más llamativo son centenares de figuras de piedra que creemos que eran tumbas. 

Tras caminar nuevamente por el bosque de bambú y comer en la orilla del río Hozu-gawa, cogimos el tranvía (200 ¥) en la estación de Arashima station hasta la estación Tojiin. Nos dirigimos hacia el templo Ninna-ji (entrada gratuita), construido en el 842, aunque los edificios actuales y la pagoda de cinco pisos son del siglo XVIII. Es el santuario principal de la rama Omura de la escuela Shingon de budismo. Tiene grandes terrenos llenos de cerezos, y se dice que la vista es espectacular cuando florecen a  principios de abril;  lamentablemente, nosotros no lo hemos podido comprobar. Por casualidad, entramos al templo que se encuentra justamente al lado de este, el templo Renge-ji. Nos sorprendió gratamente con las figuras de piedra (pensamos que son budas) que posee. 

Templo Kinjaku-ji o Pabellón Dorado.
Rápidamente, casi corriendo por las calles de la colina, nos dirigimos al templo Kinkaku-ji, o también conocido como Pabellón Dorado (entrada 400 ¥), antes de que cerrasen. El templo posee unos jardines muy bellos que quedan en segundo plano por el imponente pabellón.  El edificio fue construido inicialmente como casa de retiro, y posteriormente se convirtió en templo. Un joven monje provocó su incendio reduciéndolo a cenizas. En 1955 se reconstruyó siendo fiel al diseño original, pero recubrió con láminas de pan de oro las plantas inferiores. 

Tras ver este templo, decidimos comenzar a volver hacia la casa de Hiroki, la distancia era grande y pensamos que tardaríamos entre 1-2 horas caminando. De camino, nos paramos a ver el Santurario Kitano Tenman-gu (gratis). Tan solo entrar se encuentra una gran torii de piedra y un camino delimitado por lámparas. La puerta de entrada y sus edificios de madera son sencillos pero majestuosos.
 
Después de hora y media de caminata, y comprar todos los ingredientes que necesitábamos para realizar una cena catalanoespañola, llegamos a casa de Hiroki. El menú fue ous al niu, pa amb tomàquet y tortilla de patatas. Aparentemente parece que le gustó (sobre todo l’ou al niu) y tenía la intención de intentar realizarla con sus amigos, ¿será el principio de estos platos en Japón? 

Cena catalonoespañola con Hiroki.
Ou al niu


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