17 de septiembre 2012 KIOTO (II)
Este día decidimos ver algo diferente y desconectar de tanto templo. Por la mañana temprano caminamos hacia el castillo,
Nijo-jo, con la intención de verlo únicamente por fuera y después marchar hacia
el distrito de Arashiyama donde se encuentra un bosque de bambú.
Japón tiene muchos castillos, pero la gran mayoría son
reconstrucciones de los originales, los cuales han sido destruidos por el fuego
o las guerras. Los únicos castillos originales que quedan en la actualidad son
los de Himeji, Hikone, Matsumoto e Inuyama. Nosotros queríamos ver uno de los
originales por dentro, pero el de Himeji estaba en obras y los otros tres nos
quedaban demasiado alejados de nuestra ruta. El resto de castillos nos
propusimos verlos únicamente por fuera, ya que pensamos que es donde reside su
encanto.
Vistas del interior desde las murallas del castillo de Kioto, Nijo-jo |
Al llegar a los muros que rodean el castillo, nos sorprendió que la
taquilla, a diferencia de otros castillos, estaba situada fuera, y no dentro.
Dudamos mucho si pagar la entrada (600 ¥/persona) y verlo o dejarlo pasar. Pero tras pensar que quizás sería el único
que podríamos ver por dentro, entramos. Nijo-jo fue construido en 1603, y tiene
en todo su interior un suelo llamado de “ruiseñor” para detectar la entrada de
intrusos rápidamente. Este suelo tiene la característica de hacer un ruido
similar al canto del ruiseñor cuando se camina por él, vayas rápido o con todo
el cuidado del mundo. A diferencia del
resto de castillos que habíamos visto, su estructura no es alta, sino más bien
baja. Además tras pasar la gran puerta de entrada, Karamon, se entra en el
palacio Ninomaru. Este palacio posee salas con mamparas adornadas con
espectaculares pinturas, bien protegidas del sol y de los turistas (no está
permitido hacer fotos). Tras ver estos edificios, dimos un pequeño paseo por
los jardines adyacentes y terminamos aquí nuestra visita.
Bosque de bambú. |
Nos dirigimos a la estación de trenes más cercana al castillo,
estación de JR de Nijo, donde cogimos un tren que nos llevaría al distrito de
Arashiyama (160¥). Bajamos en la estación de Saga Arashimaya. En esta estación
no hay información turística, únicamente unos panfletos con un mapa de la zona.
Mientras intentamos orientarnos, conocimos a una chica de Barcelona, Natzaret,
que viajaba sola y le encanta Japón. Como queríamos ir al mismo sitio, el
bosque de bambú, decidimos ir juntos y continuar hablando sobre diferentes
temas (qué sitios había visitado, cómo está la situación en Cataluña, etc). Sin
darnos cuenta, nos introducimos en el bosque de bambú: miles de cañas de bambú
juntas y altas; tantas y tan altas que llegan a tapar los rayos del sol. Lo
único que estropeaba un poco el ambiente, cómo en la mayoría de sitios con
encanto, es la cantidad de gente que éramos allí.
Templo Adashino Nembutsu-ji. |
Además del bosque de bambú, este distrito, también posee una gran
cantidad de templos. Decidimos visitar solo el templo Adashino Nembutsu-ji (500
¥) por ser un poco diferente a los demás. Es un templo atípico donde se dejan
los restos de los fallecidos sin familia o pobres y una vez al año se encienden
velas para recordar las almas. Lo más llamativo son centenares de figuras de
piedra que creemos que eran tumbas.
Tras caminar nuevamente por el bosque de bambú y comer en la orilla
del río Hozu-gawa, cogimos el tranvía (200 ¥) en la estación de Arashima
station hasta la estación Tojiin. Nos dirigimos hacia el templo Ninna-ji
(entrada gratuita), construido en el 842, aunque los edificios actuales y la pagoda
de cinco pisos son del siglo XVIII. Es el santuario principal de la rama Omura
de la escuela Shingon de budismo. Tiene grandes terrenos llenos de cerezos, y
se dice que la vista es espectacular cuando florecen a principios de abril; lamentablemente, nosotros no lo hemos podido comprobar.
Por casualidad, entramos al templo que se encuentra justamente al lado de este,
el templo Renge-ji. Nos sorprendió gratamente con las figuras de piedra
(pensamos que son budas) que posee.
Templo Kinjaku-ji o Pabellón Dorado. |
Rápidamente, casi corriendo por las calles de la colina, nos dirigimos
al templo Kinkaku-ji, o también conocido como Pabellón Dorado (entrada 400 ¥),
antes de que cerrasen. El templo posee unos jardines muy bellos que quedan en
segundo plano por el imponente pabellón. El edificio fue construido inicialmente como
casa de retiro, y posteriormente se convirtió en templo. Un joven monje provocó
su incendio reduciéndolo a cenizas. En 1955 se reconstruyó siendo fiel al
diseño original, pero recubrió con láminas de pan de oro las plantas
inferiores.
Tras ver este templo, decidimos comenzar a volver hacia la casa de
Hiroki, la distancia era grande y pensamos que tardaríamos entre 1-2 horas
caminando. De camino, nos paramos a ver el Santurario Kitano Tenman-gu (gratis).
Tan solo entrar se encuentra una gran torii de piedra y un camino delimitado
por lámparas. La puerta de entrada y sus edificios de madera son sencillos pero
majestuosos.
Después de hora y media de caminata, y comprar todos los ingredientes
que necesitábamos para realizar una cena catalanoespañola, llegamos a casa de
Hiroki. El menú fue ous al niu, pa amb
tomàquet y tortilla de patatas. Aparentemente parece que le gustó (sobre
todo l’ou al niu) y tenía la
intención de intentar realizarla con sus amigos, ¿será el principio de estos platos
en Japón?
Cena catalonoespañola con Hiroki. |
Ou al niu |
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