Recorrido realizado por la garganta (unos 32 km en cada sentido).
Nos levantamos temprano en
Sangri-la para coger el primer autobús
dirección Lijiang. Cómo desconociamos si existe algún autobús que llevara a la
estación, y hablar con los recepcionistas del hostel era imposible (no se
enteraban de nada), decidimos ir andando cargando nuestro “ligero” equipaje.
Por suerte sólo fueron 30 minutos a pie, y no nos perdimos en ningún momento.
Cogimos el autobús dirección Lijiang (30 CNY/pers), pero nosotros nos
quedaríamos a mitad camino, en Quiaotou, para realizar un trekking por la
Garganta del Salto del Tigre. Durante el trayecto hablamos con los únicos
occidentales que había en el bus, son dos franceses de más edad que nosotros (alrededor
de los 50 años) que también viajan por libre, y se dirigían donde nosotros.
Tras 2 horas de trayecto llegamos a
Quiaotou, y los 4 nos dirigimos a buscar alojamiento. Elegimos Jane’s Guesthouse, que se encuentra
tras pasar la taquilla de entrada. Si,
aquí en China es habitual pagar para poder disfrutar de la naturaleza o de
lugares con carisma como pequeños pueblos rurales. Por desgracia, el dinero
generalmente va a parar al gobierno y no se destina a ninguna mejora local;
además los chinos, en general, son “cochinos” y no tienen consciencia de
mantener limpio nada, en cuanto pueden tiran papeles, bolsas, o incluso pañales
en medio del bosque o la calle. La entrada nos costó 65 CNY/persona.
Ruta de la garganta, con la niebla de compañía.
Cómo hemos dicho antes, nos
alojamos en Jane’s guesthouse ya que nuestra guía de viaje lo aconsejaba, por
los consejos que te pueden dar para hacer el trekking y porque te guardan el
equipaje. La primera noche cogimos dormitorio (25CNY/persona), es una habitación
con 6 camas bastante grandes y la compartimos con los francesos y dos chinos. Las
otras dos noches que estuvimos cogimos habitación doble sin baño (60 CNY).
El lavabo compartido deja mucho que desear: el water es una letrina
(aunque esto es normal en china, a su poblacion no les gusta el water porque
piensan que es higiénico); la ducha es
una habitación grande, pero no va el agua caliente y la arcachofa estaba rota
con lo que era un poco dificil usarla; y el lavamanos el segundo día se rompió y no
lo arreglaron. No os preguntéis porque nos quedamos 3 noches,.. porque no
tenemos respuesta. También dispone de restaurante, los precios de los platos
son asequibles(15-20 CNY/plato) y están buenos. Lo que más nos llamó la
atención es que el negocio es llevado entre dos chicas jóvenes, ellas hacen
todo: la comida, te sirven, arreglan las habitaciones, etc y te resuelven las
dudas sobre los posibles recorridos por la garganta.
Llegamos al mediodía, y tras
acomodarnos, decidimos los franceses y nosotros quedarnos allí a comer y
preguntar las dudas del recorrido. ¡Suerte que decidimos eso, porque a los 10
minutos se puso a llover durante 2 horas seguidas!
Cuando paró la lluvia,
aprovechamos para caminar un rato por el pueblo y perdernos por sus calles. La
gente se nos quedaba mirando, y es porque aunque hay bastante turismo en esta
zona, generalmente es chino y no de occidentales. Intentamos comprar algo de
alimentos para el día siguiente, ya que nos esperaban 9 horas andando, pero
resultó un poco complicado... no encontrabamos nada para llevarnos y que nos
gustara, y ¡aquí no saben lo que son los bocadillos! Finalmente terminamos
comprando unas tortas de maiz, una especie de barra de mortadela, plátanos y agua. El resto del día lo tomamos de relax: hablar
por skipe con la familia, preparar la mochila para el día siguiente, y hablar
con los franceses. Ah! También hicimos nuevos “amiguitos”, había dos gatitos
pequeños que se pasaron el día encima de nosotros.
Ruta de la garganta. ¡¡Empapados por la lluvía!!
Ruta de la garganta.
Vistas desde la garganta.
Nos levantamos temprano la mañana
siguiente, desayunamos un poco de fruta y a pesar de que no hacía muy buen
tiempo (estaba nublado, chispeando y con niebla), decidimos ponernos el
impermeable y comenzar el trekking. Las primeras 1,5 horas fueron de subida suave
y casi dejó de llover, pero las nubes seguían muy bajas y no nos dejaban
disfrutar del paisaje. Después, venía el
tramo llamado 28 curvas, que es una subida más fuerte y además se nos
puso a llover más; mentiríamos si dijéramos que es fácil, pero nos resultó más
sencilla de lo que esperábamos. A pesar de esto, nuestra alegría se quedó en esto, porque las vistas
eran nulas con la niebla, y no pudimos relajarnos con el paisaje. Continuamos
con cuidado, porque la lluvia y la niebla hacían más complicado el recorrido,
aunque a veces parecía que el tiempo nos quería dar algún descanso y nos
permitía ver alguna cascada entre las nubes. Tras 5 horas de trekking bajo la
lluvia, llegamos a Half Way Guesthouse y decidimos para allí para refugiarnos
del tiempo y comer algo. Pensamos en hacer noche allí, pero cuando preguntamos
por si había sitio, nos dijeron que sólo les quedaba dormitorio, ya que un gran
grupo tenía reservado el resto del hostel. En ese momento, vimos entrar el grupo, que eran
coreanos, y hacían muchisimo escándalo. Tras pensarlo bien, y que la
recepcionista nos dijera que hasta el Walnut Garden Guesthouse (que era nuestro
objetivo inicial) sólo quedaban 2 horas de recorrido “fácil” decidimos marchar.
Wallnut Garden Guesthouse.
Nuestra cena merecida después de un largo día.
Continuaba lloviendo. El siguiente tramo es muy bonito, es totalmente plano y
tienes unas vistas preciosas, pero se tiene que ir con cuidado porque sólo hay
unos 50 cm de ancho para caminar y después hay un precipio, con caida libre;
también se puede ver una cascada. Luego
viene un descenso hasta llegar a un prado. Aquí vimos una señal que indicaba
que Walnut Garden estaba a 2 horas de trayecto, nosotros no le queríamos hacer
mucho caso, porque ya llevabamos una hora caminando, pero la verdad es que esta
Guesthouse está a unas 3 horas de Half Way. Tuvimos que atravesar un puente de
madera, y tuvimos un ascenso fuerte; creo que maldecimos más de una vez a la
recepcionista...(“solo son 2 horas, camino fácil”). Por suerte, llegamos a
Walnut Garden antes de que se marchara el sol, tras 9 horas de trekking, y
totalmente mojados:¡nosotros, las botas y la mochila entera! Los dueños de esta
guesthouse no hablaban nada inglés, pero con la mímica nos entendimos. Nos
dieron la bienvenida con té caliente y pipas. Sacamos toda la ropa para que se
secara, pero con la niebla y la lluvia era imposible. Muertos de frío entramos
en la cocina donde nos calentamos y secamos la ropa en el fuego. Nos hicieron
dos platos de comida gigantes. Y iluminados con velas y linternas, decidimos
que tocaba descansar y nos fuimos a dormir pensando que el día siguiente sería
mejor.
Wallnut Garden G.H
Entrando en calor y secando la ropa.
A las 8h de la mañana siguiente
nos levantamos creyendo que el sol nos daba los buenos días, pero al abrir la
puerta de la habitación nos dimos cuenta que la niebla estaba allí aún.
Desayunamos unas tortas del día previo, y decidimos empezar la vuelta lo más
pronto posible. La lluvia y la niebla nos acompañaron a ratos, pero también
dejaron salir al sol y pudimos disfrutar de las vistas, hacer alguna fotografía
y oír el canto de las cigarras. La vuelta se nos hizo corta al principio, pero
los últimos kilómetros se hicieron eternos por dos motivos: la multitud de
turistas que encontramos en el tramo de las 28 curvas subiendo a caballo y el
barrizal que se había formado en esta
zona, que hacía casi imposible descender y nos llegó hasta los tobillos.
Estado de las botas al acabar el trekking (son marrones en realidad)
Tras perdernos en el último tramo
varias veces, llegamos a Jane’s Guesthouse de nuevo. Estábamos muertos y llenos
de barro, parecía que veniamos de la guerra. Lo primero que hicimos fue
ducharnos y lavar los pantalones y botas para que nos se estropearan. Nos
tomamos nuestra merecida cena y dormimos plácidamente. Aquí os dejamos una muestra del canto de las cigarras:
Nuestro tercer día en Quiatou fue
tranquilo y hizo buen tiempo. Decidimos ir a ver los rápidos del río Jinsha
desde una plataforma. Se puede ir en una furgoneta (100 CNY ida y vuelta) o
andando. Como sólo eran 9 km, decidimos ir caminando por la carretera. Es
increible la cantidad de gente que llegamos a encontrar allí, la plataforma
estaba inundada de autobuses, furgonetas y coches con cientos de orientales. Es
impresionante ver con que fuerza pasa el río por esta zona, parece que cómo si
el agua explotara y se alzara.
Estuvimos toda la mañana para ver
esto, pero mereció la pena. Decidimos comer algo en Jane’s, e intentar
programar un poco qué hacer los días que nos quedaban en China. Las opciones
eran terminar de ver la provincia de Yunnan e ir la porviencia de Sichuan y
desde allí volver a Hong Kong en avión; o ver sólo la provincia de Yunnan más
tranquilamente. Tras mirar vuelos y hacer cálculos de días, nos dimos cuenta
que no nos daba tiempo de ir a Sichuan y además sería muy caro, así que
decidimos continuar disfrutando de las zonas de Yunnan y ahorrar un poco de
dinero volviendo hacia Hong Kong en tren.
Després de 12 llargues hores
d’autobús llitera (en la que gairebé no hi cabíem ni de llarg ni d’ample) vam
arribar a Shangri-la. És una ciutat tibetana una mica més petita, a uns 3200 m
d’alçada. Després de ser rebuts per uns
quants porcs, gallines i tractors a
la sortida de l’estació, ens vam intentar orientar amb el mapa de la
guia però va ser impossible perquè només hi surten 7 o 8 carrers i el de
l’estació no era un d’ells. Després de caminar amunt i avall una bona estona
carregats amb les motxilles sense ser capaços d’orientar-nos i amb els peus
glaçats vam decidir aturar un taxi (10 CNY) per a que ens portés fins al
Shangri-la Youth Hostel (110 CNY hab. doble amb lavabo), en la ciutat nova. Es
tracta d’un hostal senzill amb unes vistes des de l’habitació “curioses”.
Dones tibetanes al carrer.
Un cop situats a l’hostal vam
decidir preguntar sobre viatges al Tibet i ens van dir que cap problema, que si
volíem demà mateix sortíem amb uns amics seus amb cotxe cap allà. Molt
sorpresos els preguntem que què passa amb els permisos (en teoria triga 5 dies
en tramitar-se) i el grup. Ens responen que ells no saben res de permisos ni
grups, que si tenim dubtes els hi preguntem a la policia. Els expliquem que
necessitem un permís perquè som estrangers i formar part d’un grup de la
mateixa nacionalitat.
Vam buscar diverses agències de
viatges que surten a la guia que munten viatges al Tibet però o estaven
tancades o no hi eren, o no vam saber trobar-les. Per casualitat en vam trobar
una que no sortia a la guia i ens van comentar que el Tibet estava tancat pels
estrangers fins a l’octubre com a mínim.
Casc antic
Un cop desanimats vam començar a
veure la ciutat: hi ha 3 monestirs tibetans i la ciutat vella, que no en té
absolutament res de vella, ja que està totalment renovada i plena de tendes de
souvenirs per turistes. Vam començar
enfilant-nos per la muntanya que queda
al costat de la ciutat “vella” per veure un petit monestir tibetà que hi
ha a les afores de la ciutat. Després
vam baixar altre cop per anar a veure l’altre monestir, més gran, amb el
que està en teoria el Cilindre Giratori més gran del món (o això vam entendre). Després de
fer-la/lo girar un parell o tres de cops entre 15-20 persones vam anar a veure la cambra de les escriptures
sagrades, que ha perdut tot l’encant perquè l’han convertit en un museu de la
llarga marxa de l’exèrcit comunista.
Monestir tibetà del casc antic de Sangri-la
Finalitzat aquest breu recorregut
pel sud de la ciutat i després d’haver dinat en un restaurant (40 CNY entre els
dos) on ens van canviar el plat per ser massa picant (tot i haver-lo demanat no
picant), vam decidir pujar cap al nord,
a veure l’atracció estrella de la ciutat: el Ganden Sumtselling Gompa. Per
arribar-hi vam agafar l’autobús nº 3 (1 CNY) que va de
la ciutat vella a la porta del monestir.
Es tracta d’un monestir tibetà molt gran (a nosaltres ens ho va semblar) on hi
viuen uns 600 monjos. Caracteritzat per 3 temples de parets blanques i sostres
daurats amb grans escultures budistes a l’interior. Tres pegues: el preu de
l’entrada és excessiu (85 CNY); una quantitat insuportable de turistes (xinesos
principalment) amb els seus respectius
guies turístics cridant per tot arreu; i el temple més gran de tots estava
tancat per obres. Tot i això, si no s’ha vist cap altre temple tibetà
d’aquestes característiques val la pena anar-hi. També és interessant perdre’s
pels carrerons dels voltants dels temples principals per veure llocs menys
turístics (les cases dels monjos, per exemple).
Monestir tibetà Ganden Sumtseling Gompa
Monestir tibetà
Monestir tibetà Ganden Sumtseling Gompa
Monjo del monestir.
Un cop vist el monestir vam
tornar a baixar al centre amb el bus (on ens van ensenyar plecs de 100 bitllets
d’1 CNY). Un cop a la plaça del poble ens vam trobar amb l’agradable sorpresa
que hi estaven fent un ball. Hi ballava tot aquell que volia i semblava que
tots es sabien les passes. Va ser una experiència interessant veure a gent gran
tibetana ballant amb música probablement poc tibetana.
Per a que us feu una idea de fins
on pot arribar el mal gust del turisme de masses, a Shangri-la si han construït
un hotel i un centre comercial amb forma de temple tibetà. Tota una manca de
respecte per aquesta cultura i amb l’únic afany de fer diners.
Per la nit, vam aprofitar per
sopar en un petit restaurant local. Com que no parlaven res d’anglès vam
utilitzar unes poques paraules en xinès que tenim escrites (arròs, tomàquet i
ous, i no picant), i ens vam preparar un plat fins a d’alt per cadascú. Aquest
plat es molt senzill, però està boníssim!!. També ens van oferir te tot i que
semblava aigua bruta amb herbes. Quan vam acabar, vam demanar el comte, i ens
van indicar amb les mans (18 CNY). Els xinesos utilitzen els dits de les mans
de forma diferent a nosaltres per indicar els números; com que no ens en
recordàvem dels signes de cada número, vam aconseguir que ens ho ensenyessin un
altre cop.
Ens vam
llevar cap a les 08:00 i vam anar a agafar l’autobús cap a Lijiang. Després d’esperar a peu dret
gairebé una hora, on ens havia deixat l’altre autobús a Qiaotou a peu de
carretera, vam poder agafar el nostre
(35 CNY). El trajecte va ser més llarg del que esperàvem ja que hi havia molts
trams en obres, a més entrant a Lijiang
l’autobús va dir que ja no seguia i es va espatllar. Vam esperar a que en
vingués un altre a recollir-nos i portar-nos fins a l’estació.
Vam preguntar
a “informació turística” per la Mama Naxi’s Guesthouse, que era on havíem fet
reserva, i no la van saber trobar. Vam preguntar com anar a la ciutat vella a
la mateixa noia i tampoc en va saber. Finalment, una mica
cansats de tanta incompetència li vam preguntar a la noia que ens
indiqués on ens trobàvem i tampoc ho va saber. Com havia aconseguit la feina??
Per informació turística de la zona segur que no.
Mama Naxi's Guesthouse
Vam
sortir de l’estació i vam veure un rètol amb indicacions cap al casc antic i el
vam seguir, en deu minuts érem a les portes de la ciutat vella. Com que és un
batibull de carrers, molts sense nom, vam preguntar per la nostra casa d’hostes
a una agència de viatges i, tot i que no sabien on era exactament, vam tenir la
gran sort de coincidir amb una noia de Guangzhou (clienta) que estava disposada
a acompanyar-nos a buscar-la. No sabia on estava però coneixia la zona. Després
de preguntar unes 20 vegades i de dues hores buscant, la pobra noia va acabar
trucant a l’hostal i ens van venir a buscar.
Mama
Naxi’s és una casa naxi que ha estat reconvertida en pensió. Les cases antigues
de tota aquella zona són estructures quadrades en què els edificis envolten un
pati. Les habitacions són amplies i están decorades. Els banys compartits están
néts i tenen water!! (120 CNY habitació
doble sense bany). Les noies i la família que ho regenta són amables i ajuden
amb bona informació.
Lijiang. Ciutat vella de día.
L’inconvenient
de Lijiang és, com sempre, en què s’ha convertit. Està totalment inundada per
turistes xinesos i les cases tradicionals han estat convertides, la
majoria, en tendes de records,
restaurants i agències de viatges. Ha perdut tot l’encant que tenia. L’única
manera de gaudir la ciutat
tranquil·lament és llevant-se ben d’hora, quan no hi ha ningú pels carrers i
les tendes són tancades.
Lijiang. Ciutat vella pel matí.
Abans
que es fes fosc vam anar a comprar els
bitllets de tren cap a Kunming (95 CNY, seient dur, 12h) i Guangzhou (358
CNY, llitera dura, 24h). La diferència entre llitera dura i llitera tova és que
el compartiment en la llitera tova té porta i només hi ha 4 lliteres, en canvi,
en la dura n’hi ha 6 i no té porta. El llit és exactament igual d’incòmode. Una
altra diferència de preu entre llits (independentment del compartiment) és que
els llits de sota són més cars que els de dalt, perquè pots estar assegut amb
els peus a terra sense tenir que trencar-te el coll, per això nosaltres vam
agafar els de sota.
Parc de l'Estany del Drac Negre.
Després vam anar a veure el parc de l’Estany
del Drac Negre. Ens vam fer una mica els
despistats a l’entrada i vam passar entre un grup de turistes xinesos sense
pagar l’entrada (que segur que era caríssima). En teoria hi ha unes vistes del
Yulong Xueshan, una muntanya nevada que hi ha a prop, però que no vam veure. El
parc està gairebé tot en obres (sort que no vam pagar) i no es pot anar gairebé
a cap lloc excepte al llac principal.
Insectes cuinats.
Com que
es va fer tard ja no vam poder gaudir
massa de la ciutat vella. Vam sortir a sopar i vam trobar molts restaurants amb
una gran varietat de menjars. En un d’ells hi havia insectes fregits que no ens
vàrem atrevir a provar.
Mercat de carn de Lijiang.
L’endemà
al matí vam anar a passejar pel casc antic i vam anar a parar, sense saber
gairebé com, al mercat de Lijiang. Un lloc sense turisme on els habitants de la
ciutat nova van a comprar els seus queviures. Primer vam trobar el mercat de
verdures i de fruites, fins aquí res diferent. Més endavant hi havia el de la
carn, com que no hi ha frigorífics la carn es ven damunt del mostrador i, a
diferència del que es pugui pensar, tenia un aspecte molt fresc. En algunes
parades tenien damunt del mostrador, no sabem si per identificar la carn o per
vendre, el cap de l’animal de la carn que es venia (un porc, cavall,yak...).
Lijiang. Mercat de peix.
A la
dreta del mercat de la carn hi havia el de l’aviari on es venen els pollastres
o ànecs molt frescos, és a dir, vius. El client el selecciona i allí li
arreglen. Està tot calculat, és una cadena. La persona que agafa l’ànec o
pollastre el sacrifica i el posa en un bidó on es va desagnant; un segon
treballador l’agafa (ja mort) i el posa en una màquina (semblant una centrifugadora)
que el desploma; després el treu i el llança (literalment) als peus d’un tercer
que el renta en un ribell. Després
vam continuar cap al mercat del peix on, evidentment, es ven tant fresc com el
d’aus. Els peixos estan en ribells o piscines d’on el client els tria. Un cop
escollits el peixater l’agafa amb la mà i li dóna un cop amb un bastó amb pues
al cap perquè no es mogui, el pesen i l’arreglen al terra de la peixateria.
També venien tortugues i granotes (molt grans) fresquíssimes que arreglaven allí
mateix.
Baisha, con una matriarca naxi.
Després
de tenir una experiència realment xinesa al mercat (una de les primeres) i per
gaudir una mica més de l’ambient tradicional naxi, vam decidir llogar unes
bicis (20 CNY/bici tot el dia) i anar a Baisha, un poblet que es troba a només 9 km de Lijiang i que encara no està
tant explotat (tot arribarà). El poblet
té un aire molt més relaxat i les cases segueixen sent cases. Només arribar ens
vam trobar una senyora gran naxi que ens va fer acompanyar-la a casa seva.
Després de portar-nos una safata amb magdalenes una mica passades, fruits secs
revinguts i té, ens va explicar (o això vam entendre) que
tenia 80 anys i que el seu marit va morir feia entre 30 i 40 anys. Després de
fer-nos una foto ens va demanar diners (una manera més de guanyar algun yuan), li
vam donar 10 CNY i es va quedar tota
contenta. Vam passejar una estona pel poble i vam veure que moltes cases
estaven fetes amb totxos de fang (terra marró-vermellosa, pedres i palla).
Carretera Lijiang-Baisha.
Després
de donar un tomet vam voler continuar amb les bicis direcció uns temples que hi
havia a prop. El que no sabíem és que la carretera tenia un fort pendent i Raquel
no va poder amb ella, degut segurament al cansament dels altres dies. Vam
decidir llavors tornar cap a Lijiang però per un camí diferent i vam encertar.
Vam atravessar uns poblets naxis solitaris gens turístics i uns conreus molt
bonics. Un cop
tornades les bicis vam anar al mercat a buscar una mica de menjar. Com que pel
matí ja havíem comprat fruita (síndria i plàtans, tot 14 CNY) vam preguntar
sobre uns xorissos que tenien penjats i que tenien molt bona pinta. Tot i ser
una mica massa oliós i amb gust dolç, estava molt bo i en vam comprar un (15
CNY). Va ser el nostre dinar pel llarg trajecte que ens esperava l’endemà en
tren fins a Kunming.
Ens
llevem ben aviat per anar a agafar l’autobús nº 3 (3,2 MOP) que ens porti a la
Porta do Cerco, la frontera de Macau amb la Xina. Un cop allí passem els
controls duaners i d’immigració d’ambdós costats sense sorpreses. Només creuar
la frontera entres a la ciutat xinesa de Zuhai. Una ciutat mitjaneta (1 milió d’habitants) que ens serveix de trampolí per
anar a la capital cantonesa de Guangzhou. Just creuar entres en un centre
comercial i, a sota, hi ha l’estació d’autobusos on comprem un bitllet cap a
Guangzhou (75 CNY/persona). No tenim ni idea d’on ens deixarà perquè en funció
de l’hora que surt l’autobús para en un hotel o un altre. Després d’unes 2
hores arribem al centre de Guangzhou, a un hotel que no recordem el nom però
que estava a prop (en teoria) d’una oficina on podíem agafar un autobús per
anar a l’aeroport. Preguntem als locals d’allí i però com de costum no ens
acabem d’aclarir res. Per acabar-ho d’adobar va començar a ploure a bots i
barrals i ens vam haver de refugiar sota una marquesina d’una parada de bus. Com que no parava de
ploure i ens mullàvem exactament igual, vam decidir baixar a una estació de
metro que hi havia allí al costat; i ens vam adonar, amb gran alegria, que les
línies de metro de Guangzhou ja arribaven a l’aeroport, cosa que a la nostra
guia (força antiga, 6 anys) no venia. El
trajecte ens costa només 7 CNY per persona i dura uns 40 minuts. Finalment
arribem i anem directament a buscar una oficina de venta de bitllets. Després
de saber les diverses opcions que teníem i tenint en compte que la nostra
intenció d’anar a la Xina aquesta vegada era intentar anar al Tibet, ens vam
decidir per Kunming (1472 CNY/persona), la capital de Yunnan, província
fronterera amb el Tibet.
Parc del Llac Verd
Anar al
Tibet no és fàcil ni barat. El govern xinès exigeix la tramitació d’un permís
especial (que ens van dir que tenia un cost de 6000 CNY en aquests moments) i,
a més s’hi ha d’anar amb un guia local contractat per una agència de viatges
autoritzada amb un grup de persones de la mateixa nacionalitat. Mai en solitari
ni, en teoria, per lliure. Però, pel que hem llegit això del guia i del grup no
és del tot cert, ja que un cop arribes a
Lhasa, capital del Tibet, el grup desapareix i el guia pot ser que no el tornis
a veure més des del moment que surts de l’aeroport o estació de tren. És una
pantomima del govern per desanimar als
viatgers a anar al Tibet i guanyar molts diners dels qui finalment decideixin anar-hi.
Vam
arribar a Kunming cap a les vuit del vespre després d’unes dues hores de vol en
el que ens van servir sopar. Vam agafar un autobús (25 CNY/pers.) que ens
deixava a prop del parc del llac verd,
ben a la vora del Kumming Youth Hostel (130 CNY hab. amb lavabo) on vam fer
nit.
Estació d'autobusos de Kunming.
L’endemà
al matí vam baixar a la recepció a preguntar sobre viatges al Tibet i ens van
dir que ells allí no en sabien res i que el millor lloc era anar a Chengdu, capital de la província de
Sichuan, també frontera amb el Tibet. Des de l’hostal van trucar a un hostel de
Chengdu que hi organitzava viatges i els van dir que havíem de formar part d’un
grup de 4 persones de la mateixa nacionalitat i tramitar els permisos. Ja que
Chengdu està a unes 18 hores en tren, l’avió és molt car, i només som dos decidim
anar a Shangri-la , l’última ciutat abans de la frontera amb el Tibet i on
també s’hi organitzen viatges. Anem a l’estació d’autobusos de Kunming amb el
bus 82 (1 CNY/pers.) i comprem bitllet per aquella mateixa nit en autobús llitera (212 CNY/pers.). Després tornem al
centre per veure una mica la ciutat.
Vam
anar a veure el mercat d’ocells i de flors, però vam descobrir que també havia estat mig destruït
per les tempestes dels dies previs. Ens va cridar l’atenció que es digués d’ocells
i plantes perquè només vam veure alguna tenda de plantes, la resta era sobretot
de peixos, records i bijuteria feta amb jade. Van trobar algun centre comercial
i la Raquel va aprofitar per comprar unes bambes d’estiu (28 CNY), les més barates de la seva vida!!, això
sí va ser tan llesta que les va agafar justes. Després ens vam dirigir per
carrers, en teoria, només per a vianants a veure les pagodes de l’est i l’oest.
De camí ens vam trobar un personatge
curiós que estava envoltat de gent, ens va cridar en anglès per a què li féssim
una foto (li vam deixar 1 CNY). Les pagodes són força austeres
i són molt similars. En acabat ens vam dirigir, sota la pluja, al Parc de l’Estany verd. Es tracta
d’un parc gran, amb diversos llacs, la majoria amb grans nenúfars i flors. La
única cosa que el desllustrava era la gran quantitat de turistes xinesos que hi
havia.
Parc del Llac Verd.
Pagoda.
Un cop
visitat el parc vàrem tornar a l’hostal a recollir les motxilles i marxar cap a
l’estació d’autobusos per anar a Shangri-la (212 CNY/persona en bus llitera).
Tras recoger los visados de China
en Hong Kong, decidimos coger el ferry para dirigirnos a Macau. El ferry se
puede coger desde Kowloon o desde la isla de Kong Hong, siendo un poco mas
económico desde Kowloon(unos 10-20 HKD menos). Nosotros los cogimos desde
Kowloon, con la compañía TurboJet (150 HKD/persona). Hay varias compañías, pero
el precio es casi el mismo, sólo se diferencia por el horario; más o menos hay
un barco cada 30 minutos, y el trayecto dura unos 60-90 minutos.
Llegamos a medio día y cogimos el
autobús (nº 3; 3,2 MOP/pers. Importe exacto)
hacia el centro bajando muy cerca del Largo do Senado. Fuimos a la calle
de la Felicidade a buscar alojamiento (es dónde se encuentra más barato),
quedándonos en la San Va Hospedería (170 MOP/noche habitación doble sin baño).
Se trata de un hostal sencillo, con habitaciones relativamente amplias y los
baños aunque son compartidos están limpios. Es el mismo hospedaje dónde nos
alojamos hace 3 años, así que algo querrá decir…
Iglesia Santo Domingo
Intentamos aprovechar la tarde
que teníamos por delante, aunque llovía un poco. Compramos deliciosos pasteles
de huevo portugueses, que son relativamente baratos (unos 5-7 MOP/unidad), y
también compramos una especie de loncha de carne caramelizada (es por peso),
que puede ser de diferentes animales (cerdo, ternera,…). Paseamos por el Largo
do Senado, es una plaza rodeada de
edificios de estilo neoclásicos de color crema; después nos acercamos a la
Iglesia de Santo Domingo del siglo XVI, con su fachada amarilla, y siempre
rodeada de gente retratándola; y luego nos dirigimos a las ruinas de la Iglesia
de San Paulo, de la que únicamente se conserva su fachada tras un incendio en
1835 y tras traspasar la fachada, en su interior se halla una necrópolis.
Ruinas de la esglesia San Paulo
Hotel-Casino Grand Lisboa
Como en toda esta región los
parques y otros lugares de interés cierran temprano (sobre las 18h) nos
dirigimos a ver un par de casinos. Macau cuenta con una gran cantidad de
casinos (“Las Vegas de Oriente”), ya que
en el resto de China el juego está prohibido. Están abiertos las 24 horas del
día y siempre hay, en mayor o menor medida, jugadores apostando. Los más
grandes son complejos comerciales (que contienen casinos, tiendas, restaurantes
y hoteles) de lujo. Visitamos el Grand Casino Lisboa que consta como mínimo 4
plantas de juegos, que nosotros hayamos podido ver, y las siguientes eran
restaurantes y hotel. En la 3era planta hay un escenario dónde constantemente
están haciendo espectáculos de entretenimiento. Nos quedamos anonadados de la cantidad de gente (sobretodo orientales,
la mayoría chinos) que había y la
cantidad de dinero que se llega a apostar. Vimos como algunos jugadores
apostaban grandes cantidades de dinero, como si se tratara de unos pocos euros.
Algunos perdían mucho dinero y ¡no presentaban ningún cambio de expresión en su
cara!, cómo si no hubiera pasado nada… Vimos uno que perdió 8000 € y
simplemente bostezó; sin embargo, al día siguiente vimos a otro perder 25000 €
y se marchó de la mesa indignado, pero ¡en busca de otra donde seguir
apostando!
Hotel-casino Venetian
Interior del hotel-casino Venetian.
Tras ver todo esto y sin salir de
nuestro asombro, decidimos ir a visitar otro casino, el Venetian. Para llegar a
él tuvimos que coger un autobús (nº 26) que nos llevó a Cotai. Es uno de los
complejos más grandes que hay, y se caracteriza porque en su interior han
simulado las calles y canales de Venecia. Aquí los casinos nos parecieron de
menor tamaño que el Grand Casino Lisboa, pero se mueve tanto dinero como en el
otro.
Después de movernos por estos
ambientes de juego y despilfarro, decidimos volver a nuestro humilde hostal y
pensar que nosotros invertíamos nuestro “poco” dinero en conocer mundo y
disfrutar de nuevas experiencias.
Jardín Lou Lim Ieoc
Casa del Mandarín
El segundo día en Macao fue
pasado por agua, empezábamos a sentirnos un poco gafes ya que habíamos pasado
del asfixiante calor seco del Medio Oriente a la lluvia continua en China.
Cogimos nuestro paraguas y decidimos pasar el día lo mejor posible. Nos
dirigimos hacia el norte, pasamos nuevamente por la Iglesia de Santo Domingo y
las ruinas de San Paulo. Entramos a
varias tiendas de alimentación dónde venden galletas típicas de Macau, y en las que te las dejan probar, desayunando
con la cantidad de galletas que llegamos a comer sin pagar ni una. Paseamos por
el Jardín de Camoes, dónde se podían ver grandes árboles arrancados y otros
destrozos que también había provocado el tifón Vicente. Visitamos el templo de Kun Iam, constituido
por un conjunto de pabellones y dónde nos llamó la atención encontrar las
paredes de algunas salas llenas de lo que pensamos eran recordatorios de
personas difuntas. Continuamos nuestra
ruta hasta el Jardín Lou Lim Ieoc, donde nuevamente nos volvió a llover, y
mientras esperábamos que cesara pudimos ver practicar “tai chi”. Después fuimos a ver la Casa del Mandarín,
complejo residencial chino construido en 1881. Pasamos por delante del Cuartel
de los Moros, que actualmente es la Capitanía
de los Puertos de Macao. Y finalizamos nuestro recorrido en el Templo de A-Má,
que es el más famoso y pintoresco, situado al sur de la península.
Jardín de Camoes, después del tifón Vicente.
No visitamos otros puntos de
interés como la Fortaleza Da Guía, Fortaleza Da Monte, el pueblo cultural de
A-Má o la playa de Hac-Sá (Arena Negra)
porque ya los habíamos visto hace 3 años. Recomendamos visitar estos lugares, como
el pueblo cultural de A-Má, que aunque se encuentran alejados (isla de Coloane)
vale la pena, ya que son lugares menos turísticos.
Aunque no hayamos escrito ningún
restaurante para comer, en las calles se encuentran muchos y se puede comer por
unos 5€ entre dos personas.
En el paseo de la Fama. Vistas de la isla de Hong Kong.
Tras pasar 12 horas en el avión y
con un cambio horario de +5 horas (+6h respecto a España), llegamos a las 20 horas
del día 22 a Hong Kong. Antes de llegar, el piloto del avión ya nos informó que
podríamos tener turbulencias a causa de un tifón que había en la zona.
El aeropuerto de Hong Kong está
bien comunicado con el centro y se puede elegir entre diferentes formas de
transporte: taxi, tren ligero y autobús. Los dos primero son bastantes caros,
por lo que nosotros elegimos el último. Cogimos el bus A21 que lleva hasta
Kowloon, concretamente hasta Nathan Road, una de las calles principales de la
península de Hong Kong. Bajamos delante del mítico Chungking Mansions, que es
un edificio en decadencia, con numerosas escaleras dentro de él donde puedes
encontrar multitud de “alojamiento” con habitaciones diminutas para alquilar. El
alojamiento en Hong Kong es bastante caro, por lo que nos decantamos en coger
una habitación en este tugurio. Tras mirar varios sitios, terminamos en Angel
Guesthouse (180 HKD), en una minihabitación
que cómo mucho debería medir unos 6 m2, eso sí teniendo
cama de matrimonio, aire acondicionado, ventilador, televisión, wifi gratuito e
incluso lavabo con ducha; pero ni una triste ventanita para poder airear un
poco.
Cómo se nos hizo tarde, sólo fuimos al 7eleven a buscar algo para cenar e intentamos dormir, haciendo frente al jet lag.
Star Ferry.
El día siguiente fue muy poco
provechoso para nosotros, sólo salir a la calle estaba lloviendo y con viento,
así que nos hicimos con un paraguas en las tiendas que se encuentran en
toda la planta baja del Chungking
Mansions. Decidimos, antes que nada, ir a tramitar nuestro visado para China.
Existen diferentes agencias que te los pueden tramitar desde allí, y según tu
urgencia tardan 3 días o menos (también depende de lo que quieras pagar, a más
rápido, más caro), nosotros visitamos éstas, pero finalmente nos decantamos a
ir directamente a la Oficina de Visados de China en la isla de Hong Kong. Para
ir a la isla puedes ir en metro (9 HKD), en bus (un poco más complicado) o en
el Star Ferry, un barco que navega entre diferentes muelles de la península y
la isla (2,5HKD). El horario de la oficina es de 9 a 12 y 14 a 17h. Llegamos justo a las 12h por
lo que tuvimos que esperar a la tarde para preguntar cómo funcionaba todo.
Intentamos aprovechar para ver otras cosas, aunque no fue fácil debido al tifón
grado 3 que había. Todo lo que podíamos lo hacíamos por tramos interiores o
pasarelas entre edificios con techo. Visitamos la Torre del Banco de China, uno
de los rascacielos más altos, que te permiten subir hasta la planta 43 de forma
gratuita para disfrutar de las vistas. Debido a la dificultad de movernos
por el tiempo que hacía no pudimos hacer nada más y nos dirigimos nuevamente a
la Oficina. Encontramos una gran cola de personas esperando, pero en cuánto
abrieron las puertas fue bastante deprisa entrar al edificio. Tuvimos que
rellenar 6 páginas, poniendo nuestros datos con el nombre, pasaporte, seguro de
viaje, cuándo quieres ir a China, dónde te vas alojar, si conoces a alguien de
China,… y por sorpresa nuestra, cuándo finalmente nos tocó ir a la ventanilla
para tramitar el visado, nos comentan que por ser de España sólo podemos hacer
el visado normal que tarda 3 días, y su coste es de 200 HKD. Así que dejamos nuestros pasaportes allí
sabiendo que hasta el jueves (era lunes) estaríamos “secuestrados” en Hong
Kong.
Al salir de allí, decidimos ir a
pasear un poco, pero el tiempo cada vez estaba peor con más lluvia y vientos
fuertes, con lo que comimos en un “restaurante chino”, donde no hablaban nada
de inglés (así que elegimos los platos un poco al azar), y decidimos
encerrarnos en nuestra “lujosa habitación”, ya que el tifón se había convertido
en grado 8. Este tifón, llamado Vicente, acabó siendo el más virulento de los últimos 15 años.
Calles de Hong Kong tras el paso del tifón.
Convento de Chi Lin.
Al día siguiente salimos a
intentar disfrutar un poco de Hong Kong, en concreto la península de Kowloon.
El tifón había vuelto a grado 3 y no llovía mucho. Nos dirigimos andando por
Nathan road a ver el jardín de aves y
mercado de flores. Pero el de aves estaba cerrado por un brote de gripe
aviar y el mercado estaba bastante inanimado. Así que cogimos el metro (6 HKD/pers)
para ir a ver el convento de Chi Lin.La primera
sorpresa nos la llevamos al coger la calle que llevaba al monasterio, pues
estaba totalmente bloqueada por los árboles derribados durante la noche. El
convento es muy bonito y merece la pena el viaje, no te imaginas que en medio
de tantos rascacielos puedas encontrar esto, aunque solo pudimos ver el patio
porqué el interior estaba cerrado por el tifón. Luego nos dirigimos al templo
Sik Sik Yuen Qwong Tai Sing. A medio camino encontramos un puesto de comida
para llevar y compramos un cuarto de pato (cocinado no sabemos cómo) que te
sirven con arroz para comer. La gente acude a este templo para que le adivinen
el futuro mediante los palillos de la fortuna
(chim). Estos palitos se agitan dentro de un bote redondo hasta que cae
uno, cada uno lleva un número que corresponde a un papel que tiene el guardián
del templo. Un adivino se encarga de interpretar el significado de dichos
papeles (previo pago, claro).
Templo SikSik Yuen Qwong Tai Sing.
Personas rezando y con los palillos chim.
Kowloon Walled City Park
Después fuimos en busca del Kowloon
Walled city park. Un parque construido donde antes (década de los 90) había un barrio
muy empobrecido y ruinoso. El parque también había sufrido los estragos del
tifón y había muchos caminos cerrados por árboles caídos (enormes algunos).
Para más inri empezó a diluviar de nuevo. Salimos del parque en busca de una
parada de metro (6 HKD) para ir a ver el Kowloon city park. Un parque enorme
que tenía también un aviario con loros y otras aves.
Para finalizar el día decidimos
ir a ver el “paseo de la fama” de Hong Kong, que se encuentra en el puerto de
Kowloon, donde hay estrellas en el suelo con la firma de actores famosos chinos
y hong konenses, como por ejemplo Bruce Lee (el único que reconocimos). Des de
allí observamos el anochecer de la isla, con sus rascacielos iluminados, y
vimos el “espectáculo” de luz y sonido llamado Symphony of lights (que no vale
gran cosa) a las 20:00. Terminamos cenando en un restaurante de un centro
comercial.
Cena.
Al día siguiente nos levantamos
pronto y vimos que las señales que alertan sobre tifones (las hay en muchos
sitios) habían desaparecido. Contentos de entrada, nos desilusionó ver que el
cielo estaba completamente cubierto de nubes. Este día lo dedicamos a ver la
isla de Hong Kong y dudábamos sobre ir a ver otras islas más al sur, pero
viendo los precios de los ferris y horarios decidimos finalmente no ir. Cogimos
el Star ferry (es realmente muy práctico y barato) y cruzamos a la isla. Lo
primero que hicimos fue subir al piso 55 del Two International Finantial Centre
(gratis), donde hay una exposición numismática histórica de Hong Kong y vistas
de la isla y Kowloon.
Aviario de Hong Kong park.
Salimos a buscar el Hong Kong
park y su aviario que contiene más de 600 aves. Realmente bonito y cuidado, se
puede observar a las aves muy de cerca. No pudimos disfrutar mucho de él ya que
estuvo lloviendo constantemente. Pasamos por la taquilla que sube al Victoria Peak (pico más
alto de la isla y des de el que se tienen las mejores vistas de la ciudad) y
decidimos subir al atardecer como hace 3 años. Dudábamos sobre si ir al jardín
botánico y zoológico (gratis) por el tiempo, pero nos arriesgamos. Mala idea.
Tuvimos que refugiarnos en una “caseta” durante casi 2 horas por las lluvias
torrenciales que cayeron.Solo pudimos ver el invernadero y algunas
jaulas (bastante grandes) de primates. De allí intentamos visitar una sinagoga
pero con la lluvia y las malas indicaciones no llegamos a encontrarla. Para
descansar un poco, llenar el estómago y entrar en calor entramos en un
restaurante de la zona de Graham street market. Este mercado se caracteriza por
la venta de pescado vivo en cajas de porex con agua. Si decides comprar un
pescado te lo arreglan allí mismo, muchas veces con el pez aun vivo. Comimos
muy bien y la bebida fue gratis (noodles con carne y arroz con carne, 66 HKD
los dos). Visitamos el templo de Man Mo, uno de los templos más antiguo, y donde
destaca los gran cantidad de incienso que hay colgado del techo.
Luego fuimos en
busca del mercado de antigüedades de Cat street, pero debido a la lluvia muchos
puestos estaban cerrados. Como ya eran sobre las seis y queríamos subir al pico
nos fuimos volviendo tranquilamente hacia las taquillas. Pero al llegar a la
zona del muelle del Star ferry vimos que las nubes estaban tan bajas que ni
siquiera se veía la montaña, así que decidimos volver a nuestra mansión y descansar.
Templo Man Mo.
El jueves por fin nos dieron los
pasaportes con los visados y decidimos coger un ferry hacia Macau.
PD: Para que os hagáis una idea
de la altura de los edificios de Hong Kong, aquí os dejamos uno medianito.
¿Alguien se atreve a contar cuántas plantas hay?