domingo, 4 de agosto de 2013

ISLA DE PASCUA O RAPA NUI (III)

Del 25 al 29 de Junio del 2013


RAPA NUI (III)

Los motus situados enfrente de la Isla de Pascua, el Motu Nui y el Motu Iti,
cogen mucha importancia en la época Huri Moai u hombre-pájaro.

Como dijimos, los polinésicos vivieron desde el S.IX en la Isla de Pascua o Rapa Nui, y tuvieron dos épocas culturalmente muy diferenciadas: la etapa Ahu Moai (desde la colonización hasta el siglo XVII), caracterizada por la construcción de ahu y moais por toda la isla, y la etapa Huri Moai (del siglo XVII hasta la llegada de los misioneros católicos en 1864).

Petroglifo del Tangata Manu o hombre-pájaro, en el volcán Rano Kau.
En esta segunda etapa o etapa de Huri Moai, comenzaron a existir conflictos entre los diferentes linajes que habitaban la isla. Uno de los principales motivos de estas luchas era la superpoblación que existía y, por tanto, la falta de alimentos para ellos. Delante de esta situación de confrontaciones y guerras en la isla, los supervivientes empezaron a creer que su mana les había abandonado. Esto provocó que la gran mayoría de moais fueran derribados bien por los propios habitantes del poblado (perdieron la fe) o por los contrarios para desmoralizarlos. Y poco a poco, fue surgiendo el nuevo culto al  Tangata Manu u hombre-pájaro.

Casas que se conservan hoy en día en la aldea ceremonial de Orongo.

Este culto se basaba en una competición anual con una serie de actividades rituales que culminaban con la elección del líder (Tangata Manu) de toda la isla durante un año. Los jefes de cada aldea elegían a su representante o Hopu. Estos competirían entre sí para obtener el primer huevo del pájaro Matutara, situados en los islotes de enfrente de la isla llamados Motu Nui y Motu Iti. Esta competición tenía lugar en la aldea ceremonial de Orongo.

Como podeis comprobar las casas no eran muy altas.
Aldea ceremonial de Orongo.

Esta parte de la historia de Rapa Nui la conocimos visitando el cráter del volcán Rano Kau y la alcea ceremonial de Orongo. Está a un corto paseo de Hangaroa (1 hora). El volcán Rano Kau está totalmente cubierto de plantas autóctonas y otras importadas por los colonizadores. Actualmente no es posible bajar al cráter, pero la vista es preciosa y se puede caminar todo su perímetro. Justamente cuando llega arriba del volcán, se puede ver una piedra con petroglifos de Tangata Manu u hombre-pájaro. A la derecha, a unos metros, se encuentra la entrada a la entrada de la aldea ceremonial de Orongo. En el primer edificio es donde piden la entrada al parque. Aquí también puedes leer sobre la historia de esta etapa. Cuando se sale al exterior se puede caminar entre las casas que formaban la aldea. Casas bajas, ovaladas y con techos de paja, aunque actualmente están cubiertas de prado.



Vistas del cráter del volcán Rano Kau.


Los únicos moais tallados en madera que vimos
se encuentran en el Museo Antropológico de Sebastián Englert.


Aunque conocimos la historia de la isla de mano de Caco, él también nos aconsejó ir al Museo Antropológico de Sebastián Englert (1000 CLP). Es un museo principalmente hecho a base de carteles informativos sobre la historia, con muy pocas piezas arqueológicas expuestas. Nosotros aconsejamos ir a aquellas personas que solamente no tengan guía o no conozcan la historia.

Vistas del terreno volcánico de la isla.



El último día en la isla, decidimos caminar por sus  valles y poder disfrutar de las vistas de su terreno volcánico. Caminamos hasta el Ahu Akivi, donde se encuentran los 7 moais mirando al mar, y cogimos el sendero hacia el volcán Maunga Tere Vaka. No está muy bien señalizado, pero llegamos tras 2 horas de subida. Caco nos había aconsejado subir allí porque los días despejados se puede llegar a ver como las aguas bañan los 3 lados de las isla. Nosotros no tuvimos mucha suerte, porque justamente cuando llegamos una nube negra estaba encima nuestro. Y la mejor forma para acabar el día, volvimos a ver la puesta de sol delante de Tahai.


Desde el volcán Mangura Tere Vaka se pueden observar los tres lados de la isla bañados por el océano.


Durante nuestra estancia, además de disfrutar de la cena diaria con Caco y Michelle, también conocimos a Felipe. Un madrileño que había dedicado sus días de vacaciones a conocer algunas islas del Pacífico. La isla es pequeña y nos encontramos casi cada día con él, y compartímos nuestras experiencias viajeras.


Nuestro último atardecer en Tahai...

De esta forma conocimos la Isla de Pascua y nos despedimos de ella para iniciar nuestra ruta por Sudamética.

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