sábado, 27 de julio de 2013

POLINESIA: HAUHINE Y RAIATEA

17 al 21 de Junio 2013


HUAHINE Y RAIATEA

Tras la tormenta (los nervios pasados en el aeropuerto) llegó la calma...
Atardecer en la Playa de Fare, Huahine.

El primer día en Huahine fue un poco caótico.  Llegamos al mediodía al aeropuerto con los nervios de haber perdido la cartera… y pasamos casi toda la tarde yendo a la policía (que fueron muy desagradables y nada de ayuda), pensando y utilizando internet para anular tarjetas y pensando dónde la habríamos perdido. Por suerte, a las pocas horas, las chicas de Air Tahiti llamaron a la pensión donde estábamos alojados para decirnos que la cartera había aparecido (se había caído en el coche del señor que nos recogió para llevarnos al aeropuerto) y ¡¡con todo dentro!! Al día siguiente, nos la enviarían en avión. ¡Increible!, ¿no? Lástima que en las noticias solo hablen de las maldades de la gente y no de todo lo bueno que llega a pasar en el mundo…

Justamente delante de nuestra pensión
 (bueno, a unos pocos metros a la derecha)
se encontraba esta playa pública.
Agua cristalina y turquesa y arena blanca, con montones de conchas...
Playa de Fare, Huahine.
En Polinesia solamente encontramos dos couchsurfers que nos pudieran alojar (Maxime, en Tahiti y Dom, en Moorea), así que en el resto de islas buscamos con antelación el alojamiento más económico. Los únicos requisitos que buscábamos era que fuera barato y tuviera cocina, para hacernos las comidas y ahorrar así.

Aquí, en Huahine, nos alojamos en la Pensión Chez Guynette. Es sencillo y limpio. Estuvimos en dormitorio compartido (1750 CPF/persona), pero solo la primera noche compartimos con otra pareja francesa; después estuvimos solos. Se encuentra en Fare, el poblado principal y a primera línea de mar (aunque solo tiene dos calles el pueblo…). Justamente al lado un supermercado grande donde puedes proveerte de alimentos. Y por las tardes ponen roulottes que venden comida relativamente baratas (alrededor de 1000 CPF).

La primera tarde, únicamente caminamos por la playa Fare de arena blanca, aguas turquesas y disfrutamos del anochecer y la tranquilidad.

Huahine no sólo es agua, sino también tiene restos arqueológicos.
Maeva Marae.
Al día siguiente, visitamos la parte histórica de la isla, el enclave arqueológico de Maeva. Se encuentra a pie de la laguna Fauna Nui, en el extremo opuesto al aeropuerto. Hicimos autostop para ir y rápidamente nos recogió un suizo que llevaba años viviendo en esta isla. Allí se encuentra una pequeña caseta, sobre el lago, que muestra herramientas antiguas que usaban los primeros polinesios e información sobre los “maraes”. Los maraes eran templos de rituales compuestos por un altar donde se ponían piedras en pie con petroglifos y un lugar de reunión con forma oval. Sólo quedan las bases.

Trampas de pesca de piedra en la laguna Fauna Nui. Huahine.
Desde esta área arqueológica sale un sendero hacia el monte Turi, que te lleva a un mirador con bonitas vistas a la bahía de Maroe y del pueblo. Nosotros intentamos  hacerlo, pero nos perdimos en varias ocasiones. Además no íbamos con el calzado adecuado (el terreno es resbaladizo), con lo que decidimos dejarlo.

Seguimos la carretera, pasando por unas antiguas trampas de pesca, hechas de piedra, aún en uso, en la misma laguna. Unos metros más adelante nos adentramos al espigón de tierra donde se encuentra uno de los maraes más grande de Polinesia, el Marae Manunu. La conservación no es muy buena y ha sido víctima de rayadas y pintadas. Seguimos hasta llegar al mar, a una pequeña playa de arena blanca con aguas claras situada enfrente del Motu Mahare. Nos habían aconsejado hacer snorkeling allí (La cité Corail), pero el día no acompañaba: nublado y con una fuerte marea en la zona. Además no teníamos tiempo ya que debíamos de ir a recoger la cartera al aeropuerto.

Paseando por la playa de  Le Cité du Corail. Huahine


Volvimos a Fare haciendo autostop, esta vez nos recogió un chico tahitiano (bailarín) muy agradable. Tras comer, marchamos al aeropuerto donde llegó nuestra cartera sana y salva.

Impresionante las variedades de color azul
que se pueden observar al mismo tiempo en el mar...
Playa de Fare, Huahine.
Por la tarde, hicimos snorkel en la playa Fare. El agua es cristalina pero la zona no es especialmente rica en peces y corales. De todas formas, la tarde fue entretenida entre  peces y la serenidad de ver el anochecer con el ruido del mar de fondo.

La mañana siguiente solamente caminamos por el pueblo. Hicimos fotos y Raquel se compró un pañuelo típico de allí. Esa misma mañana teníamos el avión hacía nuestra cuarta isla: Raiatea. Mientras esperábamos en el aeropuerto pudimos ver por primera vez un baile polinesio… un poco “extraño” porque ninguna de las chicas era realmente polinesia…

Llegamos a Raiatea a medio día. Allí nos esperaba la propietaria de la Pensión Manava. Cuando llegamos a nuestra “pensión” quedamos impresionados con nuestra habitación (bungalow 5500 CPF/noche): un bungalow con cama doble, sillones de relax, baño completo, cocina privada, terraza con mesa y hamacas para tomar el sol. Y además rodeados de un bonito y trabajado jardín.  Está situada a unos 10 km de Uturoa, la ciudad principal de la isla. Esta isla no tiene playas propiamente, a excepción de estar alojado en uno de los motus que la rodean. Lo que destaca principalmente, es por su belleza natural: las montañas con sus miradores que permiten ver las diferentes tonalidades de azul del mar dependiendo de su riqueza coralina.

Al fondo es la isla de Taha'a y rodeando las islas la barrera coralina....
Vistas desde la cima del monte Tapioi. Raiatea.

La misma tarde que llegamos, subimos al monte Tapioi. El sendero sale desde Uturoa, cerca de la estación de policía. Bajamos al pueblo haciendo autostop, y el señor nos dejó en la entrada del sendero. Nos aconsejó  ir otro día por la mañana para poder contemplar los colores mucho más vivos. El ascenso no es muy duro y lo hicimos en unos 35-45 minutos. Desde arriba pudimos ver los motus que envuelven a la isla, las barreras coralinas (azul más claro), su vecina isla Ta’ha y, a lo lejos, Bora Bora. ¡Hermoso!, indescriptible ver a tus pies esos paisajes. Tal y como nos había dicho el hombre que nos había llevado, algunos colores eran más oscuros debido a la posición del sol en esas horas.

Tras introducirnos en la parte de selva de Raiatea
y escalar montañas, llegamos a la tercera catarata...
Bajamos a buscar una pequeña playa que aparentemente existía en Uturoa. Pero no existen, el acceso al mar es a través de rocas y puertos. Encontramos un pequeño reciento de fiesta cerca de un puerto. Un hombre que conocimos nos explicó que en ese recinto el grupo de Uturoa practicaba para las fiestas Heiva, que comenzaban en Julio. Lo que quedaba de tarde lo pasamos allí viendo los ensayos de los niños. ¡Cómo mueven la cintura las niñas!, ¿será genético?

Adultos y niños practicaban para sus actuaciones para el Festival Heiva.
Raiatea.

El segundo día en la isla se alzó con nubes y  llovió por la mañana. Lo tomamos de relax y hablamos por Skipe con la familia. Después de comer, salió el sol y decidimos ir a ver unas cascadas cercanas. Rosseline, la propietaria de la pensión, nos explicó como ir y nos aventuramos. El camino no está nada señalizado y esto hizo que nos perdiéramos en 2 ocasiones. Pero a la tercera fue la vencida, encontramos el camino y vimos las 3 cascadas. La primera no es de mucha altura y es bastante sencilla; si sigues, se llega a la segunda, de mayor altura y donde se forma una pequeña piscina natural. Si se quiere llegar a la tercera, toca escalar por una cuerda (es sencillo) y ascender por la montaña. Está última tiene una altura considerable y es hermosa.

Descansando en las hamacas de nuestro bungalow.
Pensión Manava, Raiatea.
Las pocas horas de sol que nos quedaban las aprovechamos descansando en las hamacas, rodeados del jardín verde.

Finalmente llegó el último día en esta isla. Queríamos ir a visitar el Marae real de Taputapuatea, situado al sur de la isla. Pero nos fue imposible, estuvimos más de 30 minutos esperando a que pasara un coche que pudiera llevarnos, pero no  había tráfico hacia esa dirección. Finalmente decidimos ascender de nuevo al monte Tapioi, y decir adiós a Raiatea viendo todo su esplendor.

Después de comer, dejamos el bungalow y Rosseline nos llevó al aeropuerto. Nuestro siguiente destino era la esperada Bora Bora (de la que tan mal nos habían hablado...). ¿¿Nos decepcionará??

El último día vimos nuestro próximo y último destino en Polinesia: Bora Bora. ¿Cómo será?
Vistas de Bora Bora desde la cima del monte Tapioi. Raiatea.

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