17 al 21 de Junio 2013
HUAHINE Y RAIATEA
Tras la tormenta (los nervios pasados en el aeropuerto) llegó la calma...
Atardecer en la Playa de Fare, Huahine.
Atardecer en la Playa de Fare, Huahine.
El primer día en
Huahine fue un poco caótico. Llegamos al
mediodía al aeropuerto con los nervios de haber perdido la cartera… y pasamos
casi toda la tarde yendo a la policía (que fueron muy desagradables y nada de
ayuda), pensando y utilizando internet para anular tarjetas y pensando dónde la
habríamos perdido. Por suerte, a las pocas horas, las chicas de Air Tahiti
llamaron a la pensión donde estábamos alojados para decirnos que la cartera
había aparecido (se había caído en el coche del señor que nos recogió para
llevarnos al aeropuerto) y ¡¡con todo dentro!! Al día siguiente, nos la enviarían
en avión. ¡Increible!, ¿no? Lástima que en las noticias solo hablen de las
maldades de la gente y no de todo lo bueno que llega a pasar en el mundo…
En Polinesia solamente
encontramos dos couchsurfers que nos pudieran alojar (Maxime, en Tahiti y Dom,
en Moorea), así que en el resto de islas buscamos con antelación el alojamiento
más económico. Los únicos requisitos que buscábamos era que fuera barato y
tuviera cocina, para hacernos las comidas y ahorrar así.
Aquí, en Huahine, nos
alojamos en la Pensión Chez Guynette. Es sencillo y limpio. Estuvimos en
dormitorio compartido (1750 CPF/persona), pero solo la primera noche
compartimos con otra pareja francesa; después estuvimos solos. Se encuentra en Fare,
el poblado principal y a primera línea de mar (aunque solo tiene dos calles el
pueblo…). Justamente al lado un supermercado grande donde puedes proveerte de
alimentos. Y por las tardes ponen roulottes que venden comida relativamente
baratas (alrededor de 1000 CPF).
La primera tarde,
únicamente caminamos por la playa Fare de arena blanca, aguas turquesas y
disfrutamos del anochecer y la tranquilidad.
Huahine no sólo es agua, sino también tiene restos arqueológicos. Maeva Marae. |
Al día siguiente,
visitamos la parte histórica de la isla, el enclave arqueológico de Maeva. Se
encuentra a pie de la laguna Fauna Nui, en el extremo opuesto al aeropuerto. Hicimos
autostop para ir y rápidamente nos recogió un suizo que llevaba años viviendo
en esta isla. Allí se encuentra una pequeña caseta, sobre el lago, que muestra
herramientas antiguas que usaban los primeros polinesios e información sobre
los “maraes”. Los maraes eran templos de rituales compuestos por un altar donde
se ponían piedras en pie con petroglifos y un lugar de reunión con forma oval. Sólo
quedan las bases.
Trampas de pesca de piedra en la laguna Fauna Nui. Huahine. |
Desde esta área
arqueológica sale un sendero hacia el monte Turi, que te lleva a un mirador con
bonitas vistas a la bahía de Maroe y del pueblo. Nosotros intentamos hacerlo, pero nos perdimos en varias ocasiones.
Además no íbamos con el calzado adecuado (el terreno es resbaladizo), con lo
que decidimos dejarlo.
Seguimos la carretera,
pasando por unas antiguas trampas de pesca, hechas de piedra, aún en uso, en la
misma laguna. Unos metros más adelante nos adentramos al espigón de tierra
donde se encuentra uno de los maraes más grande de Polinesia, el Marae Manunu.
La conservación no es muy buena y ha sido víctima de rayadas y pintadas.
Seguimos hasta llegar al mar, a una pequeña playa de arena blanca con aguas claras
situada enfrente del Motu Mahare. Nos habían aconsejado hacer snorkeling allí
(La cité Corail), pero el día no acompañaba: nublado y con una fuerte marea en
la zona. Además no teníamos tiempo ya que debíamos de ir a recoger la cartera
al aeropuerto.
Paseando por la playa de Le Cité du Corail. Huahine |
Volvimos a Fare
haciendo autostop, esta vez nos recogió un chico tahitiano (bailarín) muy
agradable. Tras comer, marchamos al aeropuerto donde llegó nuestra cartera sana
y salva.
Impresionante las variedades de color azul que se pueden observar al mismo tiempo en el mar... Playa de Fare, Huahine. |
Por la tarde, hicimos
snorkel en la playa Fare. El agua es cristalina pero la zona no es
especialmente rica en peces y corales. De todas formas, la tarde fue
entretenida entre peces y la serenidad
de ver el anochecer con el ruido del mar de fondo.
La mañana siguiente
solamente caminamos por el pueblo. Hicimos fotos y Raquel se compró un pañuelo
típico de allí. Esa misma mañana teníamos el avión hacía nuestra cuarta isla:
Raiatea. Mientras esperábamos en el aeropuerto pudimos ver por primera vez un
baile polinesio… un poco “extraño” porque ninguna de las chicas era realmente
polinesia…
Llegamos a Raiatea a
medio día. Allí nos esperaba la propietaria de la Pensión Manava. Cuando
llegamos a nuestra “pensión” quedamos impresionados con nuestra habitación
(bungalow 5500 CPF/noche): un bungalow con cama doble, sillones de relax, baño
completo, cocina privada, terraza con mesa y hamacas para tomar el sol. Y
además rodeados de un bonito y trabajado jardín. Está situada a unos 10 km de Uturoa, la ciudad
principal de la isla. Esta isla no tiene playas propiamente, a excepción de
estar alojado en uno de los motus que la rodean. Lo que destaca principalmente,
es por su belleza natural: las montañas con sus miradores que permiten ver las
diferentes tonalidades de azul del mar dependiendo de su riqueza coralina.
Al fondo es la isla de Taha'a y rodeando las islas la barrera coralina.... Vistas desde la cima del monte Tapioi. Raiatea. |
La misma tarde que
llegamos, subimos al monte Tapioi. El sendero sale desde Uturoa, cerca de la
estación de policía. Bajamos al pueblo haciendo autostop, y el señor nos dejó
en la entrada del sendero. Nos aconsejó ir otro día por la mañana para poder
contemplar los colores mucho más vivos. El ascenso no es muy duro y lo hicimos
en unos 35-45 minutos. Desde arriba pudimos ver los motus que envuelven a la
isla, las barreras coralinas (azul más claro), su vecina isla Ta’ha y, a lo
lejos, Bora Bora. ¡Hermoso!, indescriptible ver a tus pies esos paisajes. Tal y
como nos había dicho el hombre que nos había llevado, algunos colores eran más
oscuros debido a la posición del sol en esas horas.
Tras introducirnos en la parte de selva de Raiatea y escalar montañas, llegamos a la tercera catarata... |
Bajamos a buscar una
pequeña playa que aparentemente existía en Uturoa. Pero no existen, el acceso
al mar es a través de rocas y puertos. Encontramos un pequeño reciento de
fiesta cerca de un puerto. Un hombre que conocimos nos explicó que en ese
recinto el grupo de Uturoa practicaba para las fiestas Heiva, que comenzaban en
Julio. Lo que quedaba de tarde lo pasamos allí viendo los ensayos de los niños.
¡Cómo mueven la cintura las niñas!, ¿será genético?
Adultos y niños practicaban para sus actuaciones para el Festival Heiva. Raiatea. |
El segundo día en la
isla se alzó con nubes y llovió por la
mañana. Lo tomamos de relax y hablamos por Skipe con la familia. Después de
comer, salió el sol y decidimos ir a ver unas cascadas cercanas. Rosseline, la
propietaria de la pensión, nos explicó como ir y nos aventuramos. El camino no
está nada señalizado y esto hizo que nos perdiéramos en 2 ocasiones. Pero a la tercera fue la vencida, encontramos el camino y vimos las 3 cascadas. La primera no
es de mucha altura y es bastante sencilla; si sigues, se llega a la segunda, de
mayor altura y donde se forma una pequeña piscina natural. Si se quiere llegar
a la tercera, toca escalar por una cuerda (es sencillo) y ascender por la
montaña. Está última tiene una altura considerable y es hermosa.
Descansando en las hamacas de nuestro bungalow. Pensión Manava, Raiatea. |
Las pocas horas de sol
que nos quedaban las aprovechamos descansando en las hamacas, rodeados del
jardín verde.
Finalmente llegó el
último día en esta isla. Queríamos ir a visitar el Marae real de Taputapuatea,
situado al sur de la isla. Pero nos fue imposible, estuvimos más de 30 minutos
esperando a que pasara un coche que pudiera llevarnos, pero no había tráfico hacia esa dirección. Finalmente
decidimos ascender de nuevo al monte Tapioi, y decir adiós a Raiatea viendo
todo su esplendor.
Después de comer,
dejamos el bungalow y Rosseline nos llevó al aeropuerto. Nuestro siguiente
destino era la esperada Bora Bora (de la que tan mal nos habían hablado...). ¿¿Nos decepcionará??
El último día vimos nuestro próximo y último destino en Polinesia: Bora Bora. ¿Cómo será? Vistas de Bora Bora desde la cima del monte Tapioi. Raiatea. |
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