viernes, 1 de noviembre de 2013

BOLIVIA: SUCRE Y SANTA CRUZ

Del 20 al 22 de Agosto 2013

SUCRE Y SANTA CRUZ


Vistas de la ciudad de Sucre.


Nuestra ruta por Bolivia llegaba a su fin. Solamente nos quedaba visitar Sucre, la antigua capital del país, y por tanto con una gran belleza colonial, y descubrir la mejor vía para marchar a nuestro siguiente destino, Paraguay.

Así que cuando nos despertamos, nos despedimos de Potosí y nos dirigimos a la terminal de autobuses nueva en colectivo (autobús 1,25 BOB/persona). Es un edificio nuevo, muy grande y medio vacío. Existen varias compañías que realizan el recorrido Potosí-Sucre. Los precios son similares (15-17 BOB/persona), la única diferencia es el horario. Cada 15-30 min, sale un autobús hacia Sucre.  El trayecto se realiza a través de carretera asfaltada, y dura unas de 3-4 horas.

Plaza 25 de Mayo. Al fondo su catedral.
Sucre
Llegamos a mediodía a la terminal de Sucre, situada a unos 30 min. a pie del centro. Aquí hicimos el primer intento de enterarnos que vías hay para llegar a Asunción, Paraguay. Pero la información que nos dieron era bastante floja… Lo volveríamos a preguntar de nuevo este mismo día en una oficina de turismo, pero fue de poca ayuda. Hay dos opciones que nosotros sepamos: desde Santa Cruz donde cada día salen autobuses directos a Asunción (24h de trayecto, 420 BOB/persona, incluye las comidas); o desde VillaMontes, un pueblo de Bolivia situado al sud, por donde pasan los autobuses que vienen de Santa Cruz. Esta última tiene sus inconvenientes, que son: si reservas asiento con la compañía de autobuses, tienes que pagar el mismo precio que si lo cogieras desde Santa Cruz; si no reservas, tienes que esperar en la oficina hasta que el autobús pasa por allí (entre las 2-4 de la madrugada) y si hay asientos subir (coste del pasaje son 50 USD/persona). Delante de esta incerteza, nosotros decidiríamos ir a Santa Cruz (autobús 60 BOB/persona, 12 horas) y coger el autobús desde allí.

Aqui pudimos comer la deliciosa sopa de maní.
¡No os la perdáis!, está deliciosa.
Salimos de la terminal de Sucre e intentamos coger un colectivo para ir a la ciudad, pero fue imposible porque iban llenos y nosotros no cabíamos con las mochilas. Así que decidimos ir caminando hasta el centro poco a poco (unos 30 min.). El camino no se nos hizo muy pesado porque era todo de bajada… Una vez allí preguntamos un par de hostales, y enseguida encontramos uno, súper céntrico, delante de la entrada del mercado, sencillo y barato (Hostal Guadalupe, 50 BOB/habitación doble, baño compartido, agua caliente). 
Era tarde y estábamos hambrientos, por lo que entramos al mercado y buscamos el comedor. Nos habían hablado muy bien de este lugar, hay muchos puestos de comida con sus mesas. Muchos ofrecen menú por 12 BOB (sopa, plato y bebida) y realmente están deliciosos. ¡No hay que perderse la sopa de maní!

El resto del día que nos quedaba lo dedicamos a ubicarnos y a caminar un poco por sus calles. Por la tarde-noche, nos volvimos a encontrar con Álvaro que, casualidades de la vida,  había llegado a Sucre por la tarde y ¡se había alojado en el mismo hostal que nosotros! Fuimos a cenar por las calles adyacentes al mercado, donde por las noches ponen como un mercado nocturno y se llena de vida.


Siempre encuentras viajeros con quien compartir buenos momentos.
Marc, Álvaro y yo, en la plaza 25 de Mayo.


La mañana siguiente quedamos con Álvaro, y los tres fuimos a descubrir la belleza de Sucre. Caminamos toda la mañana perdiéndonos por sus calles y admirando su encanto: el mirador de la Recoleta, la Catedral y las miles de iglesias que tiene,  sus plazas y otros edificios coloniales. Un día es suficiente para descubrir gran parte de sus rincones.
Por la tarde, nos despedimos de Álvaro,  y cogimos el autobús hacía Santa Cruz (60 BOB/persona, 12 horas). Pasamos toda la noche en el autobús.

Iglesia de San Francisco, Sucre.
Sobre las 7 de la mañana, llegamos a Santa Cruz. Es la ciudad más grande de Bolivia, aunque creemos que tiene poco interés turístico. Algunos viajeros la utilizan como puerta de entrada a la selva (Parque Nacional Amboro) y como base para visitar las Misiones Jesuíticas bolivianas que se encuentran a su alrededor.
Al llegar a la terminal preguntamos por el bus a Asunción en varias oficinas, pero todos tienen el mismo precio y salen a la misma hora  (sobre las 19-20h de la tarde). Dejamos las mochilas donde compramos el billete, y pasamos el día paseando y viendo los pocos atractivos de Santa Cruz. Pero personalmente no hay gran cosa por hacer… ni por ver.

Nos despedimos de Bolivia, con un intenso y largo viaje. Fueron 24h en autobús, por carreteras sin asfaltar, por lo que nos llenamos de polvo. Asientos incómodos. Noche fría. Comidas escasas, y sin opción de comprar nada porque solamente hacía paradas para subir o bajar gente. Y una vez pasada la frontera paraguaya, montones de controles policiales.

Corte Suprema de Justicia de Sucre.


Pero no todo fue negativo: también pudimos conocer a Matías, un chico de 33 años argentino, que se había animado a conocer Perú. Y que había perdido su vuelo de vuelta, por lo que lo estaba haciendo por tierra. Con él pudimos compartir conversaciones, intercambiar experiencias viajeras y pasar buenos ratos.



El paso de frontera Bolivia-Paraguay es curioso. La frontera boliviana se cruza de madrugada y es rápida: sello de pasaporte, sin inspeccionar nada de nada. Habitualmente las fronteras de los países están cerca, pero no es así no llegamos al control de aduana de Paraguay hasta ¡4 horas más tarde! Allí nos hicieron esperar una hora, porque había otro autobuses delante. Y es que aquí el control es más exhaustivo. Te hacen bajar con todas tus pertenencias y las revisan una a una, haciendo sacar gran parte del equipaje. A nosotros, por suerte, el policía nos vio cara de buenas personas y nos dejaron pasar…. Pero aquí no se acabó todo para nosotros, porque cada hora o así nos fueron parando diferentes controles policiales… No sabemos si siempre es así o si era porque con nosotros viajaba un narcotraficante conocido allí… ¡Sí! Curioso, ¿no? Cada vez que nos paraban, lo llamaban, le llevaban a parte y… minutos más tarde subía con menos dinero en su cartera… Y lo más sorprendente es que, en uno de estos controles, descubrimos que el hombre, con aspecto pueblerino, que llevaba al lado, era juez y ¡llevaba un arma cargada! Coincidencias del destino…

Niños bolivianos disfrutando de sol.

Finalmente llegamos a Asunción a las 22h. Nosotros teníamos un couchsurfing que nos esperaba en su casa, pero teníamos que ponernos en contacto con él y que nos guiara cómo llegar. Las últimas horas habían sido muy raras, pero lo que nos esperaba nos sorprendió muy gratamente.

Matías, el chico argentino, se quedaba a pasar unos días en Asunción en casa de sus familiares. Su familia le estaba esperando en la terminal. Y mientras nosotros estábamos intentando buscar un teléfono público para llamar, él vino a buscarnos para decirnos que había hablado con su familia y nos invitaban a cenar y pasar la noche con ellos. ¡Nos quedamos muy sorprendidos!, pero aceptamos encantados, después de avisar a nuestro couch del cambio de última hora.

Estas simpáticas cebras, intentan dar educación viaria a los conductores.
¡Ya que nunca respectan al peatón!
Cuando llegamos a su casa, conocimos a parte de su familia: La Negra (su tía), Gloria (su prima), Anuncio (su primo) y su pareja MºJosé, Tenían preparada una deliciosa cena y nuestra habitación. ¡Nos sentimos muy acogidos! Son una familia encantadora.

El día siguiente, tras compartir con ellos gran parte del día, nos despedimos para ir a conocer a nuestro siguiente couch.

No hay comentarios:

Publicar un comentario